La historia comienza en un puerto de “La bahía de antaño” en la ciudad costera de Jeggidd, en el Reino Élfico de Helga. La mañana era clara y la gente paseaba por la plaza de la ciudad, buscando especiales matutinos de diversos comerciantes, aceptando trabajos ordinarios o de camino al templo sagrado como de costumbre. A mediodía se llenaban las tabernas de mercenarios y aventureros que llegaban de misiones del gremio. Entre la muchedumbre, se encontraba un marinero especial, era el capitán Jostiferson Warnag, un mediano del territorio norteño, quién estaba disfrutando de un buen almuerzo en la taberna “Algar”, una de las mejores y más conocidas tabernas en el reino élfico. Jostifer tenía una mala reputación en la mayoría de puertos en los que anclaba, pero en el Reino de Helga se daba la excepción. La mayoría de las personas lo respetaban por sus hazañas y buenas acciones hacia el reino, así que hacían la vista gorda a la hora de juzgarlo en cosas que no les pertenecían.
El capitán gozaba de su buena vida en la ciudad élfica, tenía buena comida, una tripulación en la cual confiar y una reputación que no intercambiaba por nada en el mundo, pero ante todo, tiene una persona a la cual le confía su propia vida: Sei’Lorien o “Sorien,” como lo llama el capitán, un elfo que encontró y rescató mientras exploraba las profundidades del bosque de Lost En, un bosque de carácter hostil con criaturas aún más despiadadas ubicado en el centro del continente Gedd. “Ahí se acerca el Oficial Mayor.” –El resto de la tripulación murmuraba con un tono sarcástico. Sorien se acercaba a la mesa en donde se encontraba el capitán con un pergamino verde y dorado enrollado con telas finas. “Capitán, esto es para usted, señor… viene directo de la oficina del Gremio de aventureros.” Jostifer le agradece a Sorien por traerlo mientras veía el contenido del pergamino. El pergamino establece los términos y detalles importantes de una misión hacia el Archipiélago de las Islas Errantes, al este de la región Hélgica. Luego de leer, se percató del silencio repentino de la taberna y las caras llenas de curiosidad que tenía su tripulación. Como el pergamino contiene información que involucra a la tripulación, Jostifer decidió leerlo en voz alta. “Está bien, ya se los leo…” -Dijo mientras volteaba sus ojos.
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“En un intento por recuperar el “Colgante del valor” el gobierno de la ciudad de Helga inició una expedición a la cual se les exhorta a la mayoría de mercenarios y marineros de alto calibre a que contribuyan por la causa. La misión consta de varios segmentos: Principalmente, la búsqueda del amuleto del valor es trascendental, en segundo lugar, mercenarios de diferentes regiones de Medd se unirán a las diferentes embarcaciones que participará de la misión, así que se estará pagando adicional por cada nave que nos ayude con los mercenarios. En tercer lugar, la misión es una de reconocimiento y recuperación y tiene como ubicación al archipiélago de las Islas Indomables, al este de nuestra región. Por último, pueden tomar todo lo que vean en templos y mazmorras. Cabe destacar que no somos responsables de cualquier terror, fobia, maldición, heridas o muerte que sean causadas en esta isla. Cualquier donación de otros artefactos será más que bienvenida en nuestro gremio.”
Gracias por su arduo trabajo,
Ler Fervos Tenent
Señor de la ciudad, Gremio de Aventureros de Helga
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La tripulación se emocionó por el trabajo y ese mismo día, el oficial mayor y el capitán se presentaron en la oficina gremial, en donde aceptaron el trabajo y prepararon su viaje. la tripulación ya estaba preparada: la flota estaba preparando las velas, Tegd estaba en la vigía, los oficiales Heizo y Loutte se encargaban de que todo el equipamiento estuviera organizado, desde la borda hasta la bodega y el capitán planeaba el viaje en su mapa junto al oficial de flota, Balfor y el oficial mayor, Sorien. “Tenemos que irnos por el Mar de las Escamas hacia el noreste, luego nos encontraremos con la tormenta que cubre las islas. Luego de la tormenta, giramos completamente al este para prevenir cualquier otro inconveniente. Va a ser una lucha dura, me encargaré de que la tripulación lo tenga en cuenta.” -Dijo Balfor. “Debemos tener cuidado al llegar a esas islas, por lo que he escuchado en la ciudad, la gente que va es capaz de tener conexiones espirituales con lo desconocido y la mayoría de los que regresan no vuelven a recuperar la cordura.” -mencionó Sorien preocupado. “Créeme, esta tripulación puede aguantar más que un ataque mental.” Respondió el capitán con seguridad, mientras ambos caminaban hacia la puerta y veían frente a ellos a la tripulación. “¡¿Todo listo chicos!? –gritó. “¡Sí, capitán! –gritaron todos en la tripulación. Sorien sonrió y confió en las palabras de su capitán. Así, Jostifer, Sorien y los demás zarparon hacia las tierras desconocidas de las Islas Errantes.
Tras observar el oscuro horizonte que les deparaba, decidió tomar medidas para prepararse contra el temporal, alertando a la tripulación sobre el mal tiempo. Bajo la tormenta del mar de las escamas, la tripulación del barco batalla contra la ira de la naturaleza y el capitán se aferra fuertemente al timón de su nave. “¡Cubierta, suelten las anclas! ¡Plieguen las velas y prepárense, vamos a ir en contra de la tormenta!” -Gritaba Warnag mientras seguía dando órdenes para amarrar el mástil de la nave. Durante el temporal, Jostiferson pudo observar a lo lejos una luz verde grisácea, desvaneciéndose entre las grandes gotas de lluvia. Algunos mercenarios lamentablemente cayeron al mar al no poder buscar refugio dentro de la nave o al tener miedo del temporal, pues para algunos era su primera vez navegando por el mar. “¡Todos aquellos que son parte de mi tripulación saben que no me ando con juegos a la hora de encontrar un artefacto o reclamar una buena recompensa!”“¡Los que no soportaron estar en la tormenta no eran dignos de estar en mi nave y mucho menos volver a tocar tierra!” -Advirtió el pequeño capitán frente a su tripulación, mientras alzaba el brazo y cerraba el puño. La tripulación alzó sus brazos y gritó en decisión a continuar con su odisea, pues confiaban en su capitán, la máxima autoridad.
Al pasar la tormenta, luego de días de navegación por las olas del mar de las escamas, la tripulación y dos mercenarios llegaron a la isla Mor'er, conocida por sus distintos templos de civilizaciones antiguas y sus grandes selvas inexploradas. “A veces he escuchado que estas tierras conectan a otros planos que no conocemos, así que si alguno ve algo fuera de lo común, por favor reportenlo” -Dirigió la palabra el Almirante a la tripulación. Los oficiales se pusieron en marcha a explorar y saquear cada templo que se les interpusiera en su camino. “A eso del atardecer, nos reunimos cerca de la nave para establecer nuestro campamento.” –ordenó el mayor. El grupo de piratas se había dividido: Heizo y Loutte dirigieron la expedición de reconocimiento y saqueo junto a la mayoría de la tripulación y los únicos mercenarios que habían sobrevivido a la tormenta, mientras que el resto se quedó junto a Jostifer, Sorien y Balfor para preparar la zona de acampada y vigilar la nave. Al atardecer, el equipo de expedición llegó sano y salvo al campamento, reportando no haber visto nada fuera de lugar. Habían explorado varios templos, pero ninguno de ellos tenía nada de valor. Por la noche, mientras los demás gozaban de un buen descanso, Jostifer empezó a tener la impresión de que alguien, o más bien algo le observaba. Escuchaba voces parecidas a las de sus camaradas y entre los árboles veía la misma luz que avistó en medio de la tormenta. Esta vez estaba decidido a seguir esa luz, siguiendo sus instintos. Siguió a buen ritmo la luz que le estaba llamando, tropezando con las ramas y lianas que se atravesaban entre los árboles. Tras un complicado recorrido, llegó a lo que parecía una entrada a uno de los templos cercanos, escondido en las misma maleza en la que se tropezaba. De repente, la luz se desvanece y escucha una voz familiar hablar en su idioma nativo “Tir’anel, Daerem (Encuéntrame, compañero.).” Warnag regresó al campamento en busca de antorchas y un poco de provisiones, preparó un papel y un pedazo pequeño de carbón y se adentró a la selva sin que nadie se diera cuenta. Jostifer atravesó nuevamente la maleza espesa hacia la entrada del templo, volviendo a escuchar las voces y ruidos extraños que provenían más allá de la oscuridad.
Al entrar, sintió escalofríos en su espalda y escuchaba pasos que no reconocía, mientras consideraba seguir explorando el templo solo y a esas horas de la noche. En el templo, el silencio parecía mover las sombras y la luz de la luna entraba por las estrechas grietas de una de las habitaciones. Jostiferson decidió entrar a dicha habitación con cautela, asegurándose con su antorcha de que todo estuviera en su lugar y de que no hubiera ninguna trampa, tanto en el suelo como en las paredes. “Esta no es mi primera mazmorra y mucho menos la última…” -Pensaba mientras agarraba su antorcha en guardia. En el centro de la habitación yacía una raíz, la cual se extendía hacia donde la luz de la luna azotaba. En la raíz se encontraba una flor azul con tonos amarillos y naranja, simulando un espiral hacia el centro de ella misma. “Ojalá fueras un tesoro y te llevaría para siempre.” –Suspiró el mediano mientras arrancaba la flor de la raíz y se alejaba de la habitación.
Siguió su camino por el pasillo oscuro, a menudo se encontraba con caminos sin salida y, mientras lo hacía, iba dibujando un pequeño mapa con el pedazo de carbón y el papel que recogió en el campamento. De repente, el pasillo se encontraba bajo los rayos de la luna, revelando un pequeño acantilado de escombros y un estanque en su lecho. La flor que había encontrado dentro del templo eran las mismas que florecían alrededor de un pedestal en medio del estanque, parecía como si el pedestal les diera vida. “Esto ya me interesa más” –dijo Jostiferson mientras bajaba a recoger las plantas. En ese momento ya estaba pensando en cómo negociar o chantajear a los mercaderes y alquimistas de la ciudad con este nuevo tipo de planta. En el pedestal yacía un orbe del mismo color de las luces que estuvo viendo a lo largo de su viaje. El orbe no reaccionaba a su presencia y mucho menos a su voz. “ya te encontré…” “...ya puedes salir.” –Le decía el mediano a la silente figura. Estrechó su mano para tocar el orbe pero al mismo tiempo en que la levantaba sentía que algo le observaba… algo le amenazaba… y que si tocaba ese pedestal, sería un grave error. “¡Si tienes algo que decirme, es mejor que me lo digas ahora!” -Le gritó el capitán a la presencia que sentía, pero sin obtener ningún tipo de respuesta. El mediano estaba decidido a tomar ese orbe, pero antes de hacerlo, tomó como mejor opción seguir explorando la exuberante mazmorra y descubrir algún secreto de ella. Mientras seguía explorando el templo, más densa se tornaba la niebla dentro de los pasillos, la antorcha se iba perturbando más mientras cruzaba cada pasillo con cautela para no caer en trampas. A lo lejos se escuchaba una voz que reconoció y con una sonrisa en sus labios pensó: “Más te vale que me ayudes a buscar lo que quiero, elfo.” -Mientras veía una figura del doble de su altura acercándose. Era Sorien, su mano derecha. Al darse cuenta que su capitán estaba perdido, partió en busca de él al templo. “¡Sabía que estabas aquí!”
“¡¿En qué estabas pensando al venir solo a este desastre de templo!?” -Le gritaba el elfo mientras se acomodaba su pañoleta en la frente.
“¿Qué estás buscando aquí abajo?” -Sorien le preguntaba mientras se abalanzaba a una pared del templo. Jostiferson fue claro y preciso; la persona en la que más confiaba estaba frente a él y no tenía ningún miedo de describir lo que veía y escuchaba desde el inicio de su viaje. “He estado viendo luces extrañas y voces que no reconozco invadieron mis oídos mientras intentaba descansar en el campamento. Creía que todo esto era parte de alguna maldición que algún noble descarado o un hechicero me impuso, pero no es así, hay algo en este templo y lo voy a descubrir.” El elfo miraba a su capitán desconcertado, creyendo que su líder ya había perdido la cabeza por parte de algún dios o alguna criatura, pero de alguna manera, desde que entró al templo ha sentido una presencia más allá de la suya y no logra descifrar si es una amenaza. “Le creo, capitán.” -Dijo Sei. “Se que hay algo aquí porque también he estado sintiendo la presencia de algo siniestro, pero como le dije al bajar del barco: este sitio abunda de conexiones más allá de este plano, puede que lo que nos está acechando sea una criatura espiritual.”
Los marineros llegaron a la sala final del templo en donde se aprecia una estatua a un dios irreconocible. “Parece algún tipo de deidad a la que servían los nativos… pero noto algo extraño en la cara de esa estatua.” –Dijo el elfo con nerviosismo. Bajo la cara de la estatua había un mensaje con símbolos indescifrables para ambos: la letra no era uniforme con los demás símbolos y algunos ya no eran visibles ni de cerca. Se notaba que cualquiera que haya hecho estos escritos los hizo a la prisa hace muchísimo tiempo. Más abajo de la placa se encontraba una ranura cubierta por raíces y espinas en forma de espiral. La forma le recuerda a Jostiferson de la flor que había recogido al entrar al templo, así que decidió sacarla y acercarla a las raíces sobresalientes de la ranura. Las raíces reaccionaron a la flor y la estatua comenzó a hundirse dentro de las paredes del templo, causando un gran temblor entre los pasillos y revelando otra habitación que brillaba tal cual la luz que ya había visto en su viaje. “¿Entrarás?” –Le dijo Duhan nervioso. “¿Qué clase de aventurero sería si no lo hiciera?
--Respondió el mediano.
Al entrar a la última habitación del templo, ambos notan que la presencia que antes les estaba hostigando se les presenta antes ellos, el ambiente se torna oscuro y frío, revelando una silueta amorfa merodeando la sala y en las paredes crecen ojos verde esmeralda que apuñalan sus miradas hacia los marineros. “Espero que no sea yo volviéndome loco, pero creo que esos ojos nos están observando.” –Murmuraba Sorien. El capitán lentamente se acerca al pedestal que está al fondo de la habitación. Nuevamente el pedestal contenía una tablilla con símbolos que ninguno de los dos conocían, pero la curiosidad de Jostifer le decía que se acercara más al pedestal, descubriendo que la tablilla albergaba el mismo orbe que había visto antes. Esta vez decidió tomar el orbe cuidadosamente, pero nada ocurrió. Decidieron salir de la sala despacio y con antorcha en mano. De repente, se presentó ante ellos una criatura amorfa, una niebla densa y oscura que repetía la misma frase una y otra vez: “Mors et Abyssus.” Jostiferson guardó el orbe en sus bolsillos y le indico a Duhan que fuera a la salida, él iba a encargarse de la criatura. Duhan rechazó la idea, indicando que tenían más posibilidades de sobrevivir si se mantenían unidos. Jostiferson sacó el mapa que había ilustrado según su sentido de orientación y el tramo recorrido a través de los viejos pasillos del templo. Eventualmente llegan a la sala abierta, donde los rayos de luz de la luna hacen presencia, la criatura por un momento deja de perseguirlos y el orbe colocado en el pedestal de la habitación comienza a reaccionar, brillando con una luz tenue, pero generando más neblina en la habitación…
Ambos marineros trataron de salir de la habitación por medio de la niebla, lo único que tenían como orientación era la luz verde que emitía el orbe desde el pedestal. Tras unos pocos minutos de estar vagando por la habitación, la niebla se dispersó y los marineros se encontraban en la misma ubicación de la que se habían movido. La niebla se había ido, pero el pedestal ya no brillaba y la luz tenue que antes veían poco a poco se transformaba. ¡Frente a ellos se encontraba la misma criatura amorfa que los estaba persiguiendo! Jostiferson ordenó rápidamente al elfo que huyera, pero Sorien no quería dejar al capitán atrás, así que se escondió tras los pilares más cercanos del templo, siendo testigo de cómo el capitán se enfrentaba a la criatura. Jostiferson intentó comunicarse con la criatura preguntando su procedencia, pero la criatura no respondía a sus preguntas. Viendo que contactar con “eso” era imposible, Jostiferson decidió retractarse para escapar del templo, pero la criatura comenzó a arrastrarse y a repetir la misma frase “Mors et Abyssus,” la cual ninguno entendía. Jostiferson paró a reflexionar por un momento… “si la criatura no me responde, ¿quizá es porque no me entiende?” -Pensó el capitán. Jostiferson dió un paso adelante, y con todo su aliento recitó las mismas palabras que la criatura les decía: “¡Mors et Abyssus, Mors et Abyssus, Mors et Abyssus!” -gritaba mientras la criatura lo observaba atentamente. De repente, Sorien salió de su escondite gritando las mismas palabras que su capitán. La criatura extendió su brazo hacia los marineros, mientras le brotaban más ojos alrededor de su amorfo cuerpo. Dichos ojos se iluminaban mientras la luz de la luna adopta un tono verde grisáceo y los brazos de la criatura desprendían un artefacto de un tono violeta radiante y con la insignia del árbol de Freya, de la ciudad de Helga. “¡El colgante del valor!” –Jostiferson exclamó. Sorien se preguntaba: “¿Exactamente para qué lo escondieron aquí y quién lo habrá hecho? Tenemos que reportar esto rápido al campamento, capitán… Capitán?” -Dijo Sorien, pero el capitán se había quedado embelesado con la criatura después de haber obtenido el amuleto. “¡Capitán, responda capitán!” –gritaba. La criatura había hecho una conexión que Jostiferson jamás había experimentado, como si alguien o algo lo estuviera leyendo como a un libro. Aún así, el capitán pudo decir la palabra “Aurenio” mientras la criatura le secuestraba la mente. Sorien no entendía qué estaba pasando, pero sabía que tenía que hacer algo por su capitán si no quería perderlo. El elfo se concentró en su magia e intentó recurrir a los espíritus de la tierra, mientras evocaba una pequeña bola de ácido, la cual lanzó a la criatura. El amorfo reaccionó al conjuro y de un empujón tiró al mediano al suelo. Sorprendido de que su conjuro surtiera efecto, Sorien observaba como la bestia rugía y empezaba a derrumbar cada pilar y pared del templo en donde se encontraban. El elfo corrió hacia su capitán, agarró el amuleto e intentó escapar con Jostiferson. “¿Qué pasó? ¿por qué estamos corriendo?” –Se preguntaba Jostiferson. “¡El monstruo empezó a rugir y las paredes se están cayendo en todo el templo! ¡¿Tienes alguna idea de a dónde tenemos que ir!?” -gritó Sorien mientras corría por el pasillo. “¡Sígueme Sorien, tengo el mapa!” -exclamó el capitán. Rápidamente, las paredes del templo se iban convirtiendo en polvo y los pilares gigantes de los largos pasillos iban destruyendo todos mientras caían al suelo. Casi llegando a la salida, Sorien se tropezó con las raíces de las plantas exóticas del templo. “¡Siga sin mí, capitán!” –gritó Sorien desde el suelo. Jostiferson se percató de lo sucedido, así que rápidamente agarró aliento y corrió hacia donde estaba Sorien. Entre estruendo y destrucción, los escombros amenazaban con sus vidas, pero Jostiferson utilizó todas sus fuerzas para lanzar a Sorien hacia la salida del templo. Mientras observaba como los escombros lo alcanzaban, el capitán corrió con sus pequeñas piernas alcanzando la salida con los pilares derrumbándose a su espalda. Mientras se seguía escuchando el retumbar del templo, los marineros recuperaron el aliento y con una sonrisa en el rostro empezaron a gritar como auténticos dementes en medio de la jungla: “¡Lo tenemos! ¡Al fin lo conseguimos, maldita sea!” Sorien ayudaba al capitán a levantarse mientras escuchaban a los demás compañeros del campamento gritar sus nombres. Esa noche, se reunió toda la tripulación y los mercenarios en el campamento. Jostiferson empezó a contar todo lo sucedido junto a Sorien, pero llegado al punto en el cual la criatura le había raptado su mente, el capitán afirmó no haber tenido ningún recuerdo de ese suceso. A partir de ese punto, el testigo de esa historia fue Sorien, así que todos estaban atentos al elfo. “Sólo escuché que balbuceaba la palabra “Aurenio” mientras la criatura lo sostenía por su frente. Fue como si el capitán se hubiera ido temporalmente, hasta que ataqué a la criatura.” -dijo el elfo.
Jostiferson estaba desconcertado; no sabía qué lo había atacado y tenía la sensación de que algo muy malo le esperaba en el mar. De todos modos, esta “declaración” de Sorien lo había dejado perplejo. “¿Y si la criatura buscaba información de Aurenio? Y si hay un ser aún más poderoso que está detrás de esto, ¿sabrá de mi objetivo en Aurenio? –Jostiferson se decía a sí mismo mientras intentaba descansar. El resto de esa noche estuvo lleno de esas preguntas para el marinero, pero eventualmente le atacó el sueño. A la mañana siguiente, la tripulación se reunió nuevamente para volver a zarpar hacia el reino élfico, pero por primera vez, el capitán estaba preocupado. Jostifer se sentía insatisfecho por la desinformación que tenía y temía por su tripulación, aún así, recordó sus propias palabras al inicio del viaje: “Esta tripulación aguanta más que un simple ataque mental.” Luego de reflexionar, ordenó a su tripulación zarpar y prepararse para el temporal.
Increíblemente, al pasar por la zona del temporal no había nada más que el sonido de las olas y las miradas confundidas de los marineros. Pasaron minutos y el capitán decidió orientarse junto a Balfor y Sorien dentro de su cabina. “Algo extraño está pasando” –mencionó Balfor. “Se supone que ya estemos en la zona de la tormenta, pero no hay-” –Sorien es interrumpido por el capitán, quién se asusta al ver que su brújula se había convertido en un amuleto de plata, con un brillo azúl muy tenue. “Capitán, ¿está bien?” –le preguntaron ambos elfos. “¿No ven mi brújula? Antes no era así…” –mencionó el capitán. Ambos elfos miran a Jostifer en confusión. “Capitán, sus ojos… están brillando” -respondieron los elfos. Jostiferson agarra su catalejo y refleja su cara en el instrumento, en ese momento, ve como sus ojos están brillando de un color verde grisáceo, igual que la aparición del templo. Repentinamente, el aire deja de escucharse al igual que las olas y lo único que se escucha es una voz irreconocible por toda la flota. “Claude os tuum” –La voz retumba en los cielos como si una deidad estuviera hablando. Los marineros se miran los unos a los otros sin ninguna explicación de lo que acaba de suceder, pero se dan cuenta de que ninguno puede hablar. Jostiferson intenta comprender lo que escuchó e intenta avisar a Sorien y Balfor, pero los tres se dan cuenta de que sus voces han sido arrebatadas. En el exterior, el océano se vuelve más oscuro y las nubes aún más grises. Se escuchan truenos a lo lejos, pero el viento no ha vuelto a soplar. Todos en la borda fueron testigos de la bestia que estaba a punto de atacar. Una bestia con largos tentáculos y de forma etérea amenazaba con destruir la nave. Los oficiales dieron órdenes de ataque a la tripulación, pero los ataques con cañones no surtían ningún efecto; cada vez que la bestia era atacada, destellos de neblina y sombras brotaban de los tentáculos y regeneraban a la bestia. Jostifer salió de su cabina, haciendo que la bestia reaccionara a su presencia y se volviera aún más agresiva. “Señor, estamos disparando todo lo que podemos, pero la bestia se sigue regenerando” –Dijo el oficial Loutte. “Sigan disparándole, no se puede regenerar por siempre.” –respondió el capitán. Tras varios ineficientes ataques, la bestia cesó su furia y se acercó aún más a la nave. “¿¡Qué es lo que quieres de nosotros!?” –gritó el mediano. “Nael’vren tiris talan, mel’tar. Sael venethil, naer emel’thael. Emel isyrin, ven’elithe frei. Talan syrae fin’talor, naen’thaer lin’fael. (No queremos nada de tí, más bien, tú ya nos has dado lo que queríamos. Eres de nuestra propiedad y somos libres. Pero tienes que hacer esto sólo, nadie puede ayudarte.)” –Dijo la criatura frente a todos, mientras reanudaba sus ataques y destruía la nave. Gritos de desesperación y angustia se escuchaban en medio de la calma del mar escamoso; tal vez este era el fin para los piratas, pero no para el capitán y algunos que, quizá, fueron testigos de la clemencia de la bestia. Luego de eso, el mediano se levanta en una costa más allá de su conocimiento. Lo único que el capitán recuerda es la destrucción entera de su flota y dos siluetas desconocidas entre el fuego y la destrucción.
…¿Fin…?